De vez en cuando, en los medios especializados aparecen noticias y comentarios sobre los usos y desusos de la tecnología DRM (Digital Rights Management). Su último repunte se ha debido a la noticia surgida la semana pasada, a raíz de la publicación de una clave utilizada por el sistema de cifrado AACS, que se utiliza en los HD-DVD para implementar la citada tecnología DRM.
Mi reflexión no versa acerca de la noticia en cuestión, sino del llamativo debate que en determinadas ocasiones aparece en relación a esta tecnología. Llamativo no por el debate en sí, sino por los argumentos que se usan y por quiénes los utilizan. Para los no versados en el tema, DRM es una tecnología mediante la cual se puede definir, en relación a un fichero digital, quién tiene permisos para leerlo, modificarlo, ejecutarlo, imprimirlo, copiarlo, ... No es más (ni menos) que eso.
Lo que no me gusta de estos debates es que en muchas ocasiones los argumentos no se esgrimen contra el uso o abuso que se pueda realizar de dicha tecnología, sino contra la tecnología misma. Y lo peor es que hay casos en los que son las mismas personas (o entidades) que defendían las tecnologías P2P, argumentando que no se podía demonizar a una tecnología debido al uso o abuso que se pueda hacer de ella, las que actualmente están cometiendo el error que entonces criticaban. En aquél entonces defendían que una red para compartir archivos era una gran idea, y que el problema debería restringirse a si es o no legal compartir ciertos archivos, pero a día de hoy abogan por la eliminación de la tecnología DRM, olvidando que el debate se debería circunscribir a qué archivos están protegidos por dicha tecnología.
Lo que no debemos olvidar es que tanto la tecnología P2P como la tecnología DRM son independientes de los archivos sobre los que se utilicen. Y que no todos tienen que ser canciones o películas de cine. Del mismo modo que a todo el mundo le puede parecer totalmente lícito utilizar una red P2P para compartir con tus amigos las fotos del último viaje que habeis hecho, debería ser igual de lícito poder proteger dichas fotos para que nadie, fuera de vuestro círculo de amigos, pueda verlas (sobre todo si hay fotos "comprometidas"). Y si pensamos en entornos profesionales, a todos se nos podrían ocurrir casos en los que sería muy útil que cierto diseño del departamento de I+D o determinada oferta comercial estuvieran protegidos por esta tecnología, de forma que no puedan ser reenviados o modificados por personas que previamente no estén autorizadas para ello...
En resumen, creo que no debemos caer en la tentación de demonizar una tecnología por el uso o abuso que se pueda hacer de ella, y no estaría mal que aquellos que sintieron en su día la necesidad de defender una tecnología recuerden que, aunque las tornas cambien, los argumentos de entonces siguen siendo igual de válidos para las tecnologías de ahora.
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