Lo siento, no me he podido resistir. Hay temas sobre los que, si no escribes, parece que no estás al día... Aunque claro, si lo que escribes va contra corriente, quizás estés cometiendo un suicidio social... Bueno, me voy a arriesgar.
A estas alturas seguro que todos hemos oído hablar de la
Gripe A, así que no me voy a entretener mucho con ella. No obstante, sí que me gustaría analizar sus efectos desde el punto de vista de la seguridad (de la información), porque tengo la sensación de que estamos perdiendo un poco el norte con este tema.
Vayamos por partes. En primer lugar, ¿qué efectos puede tener la gripe A sobre las empresas? Sencillamente, que el personal afectado no vaya a trabajar por estar sufriendo la enfermedad. Es decir, que desde el punto de vista de la seguridad la gripe A es una amenaza que puede provocar efectos sobre la disponibilidad y continuidad de las personas, y por tanto sobre los servicios que estas personas desarrollen.
El hecho de que sean los "servicios profesionales" los que se vean directamente afectados es un factor a tener en cuenta. Servicios TI puros o empresas productivas cuya cadena de producción esté completamente automatizada no se van a ver afectados de forma directa, sino sólo indirecta (por los servicios de mantenimiento que presten las personas sobre las máquinas correspondientes).
Ahora pasemos a analizar el factor de riesgo de esta amenaza. Por una parte, tendremos que analizar la probabilidad de ocurrencia de esta amenaza. En este caso estamos frente a una pandemia (sencillamente, una enfermedad infecciosa de alcance mundial, o mejor dicho, extendida por varias regiones geográficas extensas de varios continentes) de nivel 6 (la enfermedad se propaga geográficamente de persona a persona de manera exitosa, ya que aparecen brotes comunitarios en al menos 3 países de 2 regiones distintas). Por tanto, podemos decir que la probabilidad de ocurrencia aparentemente es alta. Pero... cómo de alta? Hay
noticias que hablan de una tasa actual de ocurrencia de casi 54 casos por 100000 habitantes, y si vemos los datos de otros países europeos ninguno alcanza los 100. ¿Podemos considerar un 0,054% una tasa alta de ocurrencia? Si lo comparamos con el histórico de
incidencia de la gripe estacional en España, vemos que el año pasado tuvimos una incidencia máxima de 200 casos semanales, y el máximo histórico alcanzado en 2005 fue de 542. Si extrapolamos este dato a uno mensual, podemos hablar de un umbral máximo histórico de ocurrencia del 2,17%. Si hacemos unas pequeñas suposiciones, como que la incidencia geográfica y temporal es homogénea, podríamos decir que la probabilidad mensual de contagio que tiene cada persona es, redondeando al alza, de un 2,2%. En realidad deberíamos considerar la probabilidad anual para poder mantener los cálculos que figuran a continuación, y aunque jamás van a llegar ni con creces a una tasa mantenida a lo largo del año, vamos a suponer que es así y que la probabilidad anual, acumulativa, es del 26,4% (como veis, estoy dejando muuuucho margen de error, y siempre estimando el caso peor).
El segundo factor para analizar el impacto de la amenaza es valorar sus efectos. En este caso, por separado para la disponibilidad y para la continuidad. Para el segundo, el fatídico, hay que considerar la tasa de mortalidad de la enfermedad, que sería lo que provocaría efectos sobre la continuidad. Para esta enfermedad a día de hoy tenemos una tasa de mortalidad del 0,018% en España, aunque
algunas noticias que podemos encontrar en la red han llegado a dar una tasa mundial de 0,78%. Aparentemente no es una probabilidad alta, y tampoco parece serlo
comparada con la de la gripe común, que según algunas fuentes sería hasta del
triple que la primera.
Para el caso de la disponibilidad es necesario analizar el tiempo medio que una persona está de baja debido a la infección por gripe A. Según
algunas fuentes, el dato de referencia varía entre los 2-4 y los 10 días, así que para nuestro cálculo tomaremos el límite superior, por si acaso. Esto supone una indisponibilidad del personal del 2,8% del tiempo anual, aproximadamente, si no consideramos periodos especiales. En términos coloquiales, una baja de semana y media.
En principio, con estos datos ya podríamos hacer una estimación del factor de riesgo. Para la disponibilidad, tendríamos que estimar que la gripe A va a provocar una baja de semana y media de duración en el 2,2% del personal cada mes. ¿Es correcta esta afirmación? Pues me temo que no. En este caso hay un factor que debemos tener muy en cuenta: la tasa de propagación del virus. La probabilidad de infección de una persona concreta sí que sería del 2,2%, pero la probabilidad de que esta persona infecte a compañeros de trabajo durante la semana y media de duración de la enfermedad depende de este dato. Y la verdad es que no he sido capaz de encontrar un dato específico al respecto, salvo que todas las fuentes hablan de una tasa mayor que la correspondiente a la gripe común y algunas afirman que llega a ser del triple. Como no he podido obtener ningún dato numérico, no me ha quedado más opción que recurrir a noticias
menos argumentadas, que hablan de un 50% de afección en las empresas. Personalmente me parece un dato inflado, pero ya que es el único que he podido encontrar es el que voy a utilizar.
En definitiva, la afección por gripe A podría llegar a ocasionar como máximo en una empresa la baja del 50% de las personas durante el 2,8% del año con una probabilidad de ocurrencia del 26,4%, es decir, un impacto del 1,4% sobre la disponibilidad con una probabilidad de ocurrencia del 26,4%, de modo que el lucro cesante que debería asociar una empresa a la gripe A serían del 0,37% del valor que generen los servicios profesionales desarrollados por las personas afectadas, que en una empresa de servicios podríamos asimilar a su facturación. Sin olvidar que este es un valor asintótico con mucho margen...
Para estimar el impacto real de la gripe A en cualquier organización me gustaría comparar este dato con uno de referencia muy habitual: las vacaciones. Desde el punto de vista de la disponibilidad tienen un efecto idéntico al de una baja, salvo que son planificadas. En este caso, las vacaciones habitualmente las coge el 100% del personal (pongamos el 90%, por si acaso) con una probabilidad de al menos el 90% de certeza de que lo hagan y una duración de referencia de 3 semanas, así que en este caso hablaríamos de un impacto del 5,18% con una probabilidad de ocurrencia del 90%, es decir, un lucro cesante del 4,7%. ¿No os parece llamativa la comparación?
En definitiva, mi conclusión es que, aun en el peor de los casos, la gripe A no debe ser especial motivo de preocupación para las empresas. Todas asumen que sus empleados se van de vacaciones, y aunque se planifique para que coincida con periodos de menor actividad, la afección por la gripe A también coincidiría, si atendemos a los factores de propagación del virus, con periodos de menor actividad de los clientes, ya que se verían sujetos a las mismas olas. Y de todos modos hay que considerar el elevado diferencial de impacto entre ambos casos... Vamos, que en la práctica muchas empresas seguro que tienen mejores motivos por los que preocuparse que por los efectos de la gripe A. No vaya a ser que en medidas de prevención acaben gastándose más dinero que el lucro cesante que puede llegar a provocar la enfermedad...