Es curioso observar cómo el valor que se da a los datos personales varía enormemente en función de los datos en cuestión y quién los valore.
Hoy en DiarioTI publican una noticia interesante. Un sitio web estadounidense publica un servicio que permite, al introducir un número de tarjeta de crédito o una identidad, verificar si está siendo utilizado de forma fraudulenta en Internet. Evidentemente, la utilidad del servicio es clara, pero el uso que se da a los datos personales es, cuando menos, cuestionable. Y no sólo por el peligro que entraña la difusión de esos datos si la web es crackeada, sino por el propio uso que dicho servicio hace de esos datos. Su recopilación ya es algo cuestionable (para qué se pueden utilizar esos datos?), pero es que si lo miramos desde nuestra LOPD el propio servicio deja de tener sentido (debido al deber de información, nadie tendría que consultar la web para conocer si sus datos están ahí).
De todas formas, este artículo me lleva a una reflexión sobre el valor que se da a los datos personales. En este caso se les otorga un elevado valor tanto por parte de la organización, que ofrece el servicio, como por parte de los usuarios (que se supone que lo utilizarán). E incluso los críticos también los consideran importantes, aunque sea desde el punto de vista del uso que la compañía pueda hacer de ellos. Pero qué valor real les da la compañía?
Si pruebas el servicio, te das cuenta de que en realidad es un reclamo para recabar tus datos completos, a cambio de un "Free StolenID Monitor". En realidad, la compañía ofrece una aplicación, y se dedica a recopilar y organizar una enorme base de datos de tarjetas usadas de forma fraudulenta, con el objetivo final de recabar más datos personales. Y esto no es más que otro caso, porque seguro que todos conocemos un montón de campañas comerciales que te regalan productos, descuentos, y todo tipo de promesas a cambio de que les des tus datos personales completos.
Lo más llamativo de todo ésto es que los usuarios parecemos no darle demasiada importancia a ceder estos datos. En mayor o menor medida, todo el mundo está dispuesto a cederlos a cambio de los "regalos" sin mayor problema. Es curioso ver cómo el público en general damos tan poca importancia a ceder nuestros datos, mientras que las compañías les dan un valor tan alto que están dispuestas a "comprarlos" a precios de regalos de importante cuantía económica, en algunos casos. Parece existir una importante excepción, y es la referente a datos personales de carácter económico (números de cuentas, de tarjetas, ...), que aunque la ley los identifica en muchos casos como de nivel bajo, la mayor parte del público en general no está dispuesta a cederlos ni siquiera para realizar compras a través de Internet en sitios de reconocida reputación. Al final, parece que el dinero tiene en muchos casos más importancia que cualquier otro tema. Aunque muchas empresas no vean tantas diferencias...
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