No, no voy a escribir un post de pronósticos de seguridad para el año 2013. Hoy sólo quiero plantear cuál es mi visión del futuro que nos espera, aprovechando que esta mañana he leído un par de artículos muy interesantes y que, en conjunto, me temo que plantean una visión bastante pesimista del futuro que nos espera en términos de seguridad.
El primero es un post en el que Enrique Dans afirma que, nos guste o no, los avances tecnológicos van más rápido que la seguridad, y que la inseguridad asociada a esta situación no va a detener su evolución. El segundo es un post de David Maeztu en el que, pronosticando un futuro en el que nuestro coche será capaz de denunciarnos automáticamente por exceso de velocidad, plantea un panorama en el que la legislación no sólo no nos va a proteger de esa inseguridad asociada a los avances tecnológicos, sino que probablemente la acabe amparando (al menos, en términos de privacidad).
Mi pronóstico es pesimista porque, sintiéndolo mucho, comparto gran parte de las visiones anteriores. No creo que la seguridad sea una prioridad en la sociedad moderna, y por lo tanto ni tecnólogos ni legisladores creo que le vayan a dar una importancia que la sociedad no le da. La pirámide de Maslow de nuestra sociedad ha cambiado, y la seguridad/privacidad ha perdido peso. Nuestra sociedad está dispuesta a sacrificar parte de los niveles de la base a cambio de conseguir un poco más de aquello que está en la cúspide de la pirámide.
Ante este panorama no creo que se pueda hacer mucho. La respuesta de libro serían programas de formación, trabajos de concienciación, pero... Acaso sirve de algo nadar contra corriente? A veces pienso si no sería mejor dejarse llevar, y simplemente tratar de minimizar los daños. Si en la eterna lucha contra el riesgo vemos que no podemos ganar, no deberíamos cambiar nuestra estrategia y tratar de aprovecharnos de él?
Será que hoy me he levantado pesimista...
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